El miércoles 2 de octubre, desde las 18:30 hs., en el Auditorio Municipal “Carlos María Scelzi” (8 de junio y Urquiza. C. del Uruguay), brindará una charla testimonial Sara Rus, quien sobrevivió al Holocausto luego de pasar por el Campo de Concentración Nazi de Auschwitz, y es una de las Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora.
La entrada para esta actividad organizada por la Dirección de Derechos Humanos de la Municipalidad de Concepción del Uruguay es libre y gratuita.
Sara ha sido víctima y sobreviviente de una doble situación de persecución y violación a los Derechos Humanos. Primero, en su país natal, fue llevada junto a su familia a Auschwitz. Muchos años más tarde, aquí en Argentina, fue víctima del Terrorismo de Estado, sufriendo la desaparición de su hijo Daniel durante la última dictadura cívico-militar.
La historia de Sara
Sara había nacido como Schejne Marie Laskier, el 25 de enero de 1927 en Polonia, pero eligió para sí misma el nombre de Sara Rus. Pasó su infancia en Lodz, una ciudad fabril de Polonia. Sara iba a la escuela y en su tiempo libre tocaba el violín. “Hasta 1939 viví una vida hermosa”, rememora en un documental de cuatro capítulos de Canal Encuentro. A partir del ’39, la sombra del Holocausto sobrevolará cada anécdota de Sara: la invasión alemana a Polonia, la temida persecución nazi hecha realidad, la obligación de cambiar su casa por un gueto, el tren a Auschwitz en 1944, el traslado a Freiberg para trabajar en una fábrica de aviones y un último desplazamiento al campo de Mauthausen, en Austria, donde Sara y su mamá recuperaron la libertad el 5 de mayo de 1945.
“Con mi marido nos conocimos en el ghetto. Yo era una niña de 13 ó 14 años que se enamoró de un hombre de 26 años. Me encontré después de la guerra con él, vinimos a Argentina y pudimos formar una familia», contó Sara, pero la vida le preparaba otro golpe, un nuevo desafío contra la persecución, discriminación y violencia.
Su hijo Daniel Lázaro Rus, quien era un destacado científico, fue secuestrado el 15 de julio de 1977. Salía de su trabajo en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) cuando fue detenido, lo subieron a una camioneta y nunca más se supo algo de él. Hasta el momento no hay testimonios fehacientes del paradero de Daniel luego del secuestro. “Fue un día como todos los días, un viernes y había prometido al padre que venía a las 12 del mediodía para hacerle algunas tramitaciones. Pero ese día no volvió a casa. Ahí nos pusimos atentos. Llamé a mi yerno y a mi hija. Les dije que había pasado algo porque Daniel no volvía a casa. Teníamos antecedentes de un amigo que había desaparecido una semana anterior también de la Comisión Atómica. Estábamos dando parte a los hospitales porque uno no sabía lo que pasaba, y empezamos a averiguar. Ahí nos enteramos que ese mismo día habían llevado a varias personas de la Comisión de Energía Atómica”.