PRESENTACIÓN DE “ASTRONOMÍA PARA NICTÁLOPES” DE JUAN MENEGUÍN

El viernes 7 de julio próximo en la Aula Magna de la UTN Concordia (Salta 277), a las 19,30, se presentará el libro de poesía “Astronomía para nictálopes” del poeta Juan Meneguín. El acto estará a cargo del poeta Miguel Angel Federik, autor del prólogo de la obra, quien brindará una mini conferencia para referirse a la obra y luego el autor leerá algunos de sus textos.

 

Juan Meneguín, autor concordiense, ha publicado “Cantos apocalípticos y otros poemas” (1987), “Ragas en la niebla” (1991) “Papel españa” (Pliego, 1993), “Historia de la Aviación”, Ediciones Río de los Pájaros (Pliego, 1999) y “Religión de Misterios” (Premio Fray Mocho, Editorial de Entre Ríos, 1999) y “Ragas”, Ediciones Ultimo Reino, 2006 (primer libro editado bajo el amparo de copyleft en nuestro país.), además de varios pliegos de poesía.

 

Astronomía para nictálopes ve la luz a través del sello nacional “El Suri Porfiado” y es una selección de varios libros y poemas inéditos en libro, desde aproximadamente el 2000. “Kernel panic”, “Una canción para el verano”, “Cuando mi padre comía flores”, “Autobiografía de un retrato” y “Astronomías para nictálopes”.

 

Poemas antiguos y poemas contemporaneos inéditos reunidos en resonancias temáticas renuevan la poética del autor local centrada en la relación ser humano-naturaleza (los poemas a la Playa Nébel) , ser humano-altas tecnologías (Kernel panic) ; el pasado como denuncia (Una canción para el verano) y no como nostalgia ante un presente atroz y un futuro terrorífico (Cartas de marear) y la madre de las ciencias, la astronomía, como sujeto poético que presta su título al libro y funda la poética de los viajes espaciales a partir de la mirada de un niño, un adolescente, un poeta de Concordia, entonces pueblo y ciudad. Un extenso poema en prosa poética que desafía al estar escrito prácticamente sin verbos, una larga enumeración averbal, como un satori poético: Samsara hace que el viaje a los mundos superiores sea el presente continuo a la cual toda poesía invoca y algunas veces, como a un Paraíso Perdido, regresa.

 

Historia de Birdland

 

1 –

“Recordar para recordar” es un libro de Henry Miller

y hoy, que atardece un domingo de invierno,

recuerdo para recordar

una estufa a kerosén, la luz de las lámparas

en las esquinas de la habitación,

aquella suave luz de cálido filamento,

el frío y el silencio de las calles deshabitadas

y dos personas, una en cada extremo de la larga mesa,

y un viejo disco de jazz en la bandeja,

la fritura como necesaria del vinilo

volviendo de una geografía lejana y de un tiempo más lejano

de otras calles y otros inviernos y otras luces,

con aguanieve y lámparas de bodegones

en cuyo interior hay un piano,

hay contrabajo y hay sordidez de humo y licor.

Hay entrañables músicos al borde del éxtasis.

 

 

2 –

Ahora es el tiempo del eclipse, el oscurecimiento.

Hay un espejo opaco. Una fotografía

caída boca abajo en el estante. Un retrato

descolgado y con su imagen contra la pared.

La casa está ciega. En el jardín

las hojas del limonero se mueven al viento

y cambia la luz de los azahares.

El aire del sudeste dice que pronto será equinoccio

y el sol cruzará nuevamente el ecuador hacia el Sur.

La casa ha enmudecido. La ventana se acerca al ojo en sombras.

Una puerta se cierra hacia su silencio y más allá

la esquina donde dobla la silueta de la amiga

ahora es una esquina en nieblas, pero

el espejo oxidado, la foto boca abajo,

el cuadro con su pintura ciega, y una camisa

que al caer de su percha adoptó extraña forma y ahí quedó

en un piso que nadie habrá de pisar,

porque es el tiempo del oscurecimiento.

Cambia la luz del poniente y el aire del sudeste cambia.

 

*Retrato (pintura): Julia Ruedas.

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