El sábado 22 y el domingo 23 de setiembre, a las 19 hs., en la Sala El Andén (19 de Abril y Julio Delgado. Salto) se presentará “Padaluck”, una versión de “El Principito” por Kalkañal Teatro, una propuesta dirigida para niños y para grandes.
Las entradas anticipadas pueden adquirirse en el local de “Cosas Nuestras” (Santos Errandonea 106) a $120 o en la puerta del andén a $150.
Ficha técnica:
Luciana Musseti, Catalina Sánchez, Daniel Pavelesky y Pablo Sánchez.
Gráfica: Maximiliano Moller.
Técnicos: Ileana Mayer – Maximiliano Moller.
El grupo cuenta sobre la obra:
Queríamos una historia ya existente pero no cualquier historia entonces allá por los últimos días de febrero nos encontramos con el Principito o su historia nos encontró a nosotros, no sé.
Nos centramos como punto de partida en el enfrentamiento entre el dogmatismo y el escepticismo que se da en el proceso de socialización al que las personas son sometidas para resultar más racionales. Nos parecía fascinante eso de valorar lo esencial.
No consideramos al Principito únicamente como una obra de culto, sino que como un cuento para desaprenderse. Para agudizar las intuiciones; para recuperar los talentos antiguos, la ternura. Jugar a dibujar corderos, a ver elefantes devorando boas donde la lente pragmática entiende sombreros, a caminar por el desierto, a reconocerse en el rey, en el vanidoso, en el hombre de negocios, en el bebedor. Cada uno con su vicio, su lugar. El Principito explora los pozos, las rosas, las serpientes, las puestas de sol -todos elementos tácitos de la vida; filosofía en dos trazos, como un mordisco pequeño para despertar.
Nuestra creación colectiva es una lectura grupal personal del cuento a la que se le anexa una historia paralela que a medida que avanza la propuesta se van recostando. Historia paralela que tiene que ver también con el rescate de los momentos vividos, de las marcas que nos dejan los seres que por nuestra vida nos encontramos. En su conjunto, la puesta en escena es una metáfora sobre el amor, la amistad y la vida y un ejercicio de aprender a acercarse al otro.
La elección del lenguaje de las marionetas surge por el interés grupal por un acto de comunicación con el público niño en relación con el adulto en el momento de la representación. Por eso no olvidamos como grupo que el teatro de marionetas nació cuando todavía no se sabía que existía algo llamado Infancia, y su público consiste, todavía hoy, en aquellos capaces de dejarse fascinar y disfrutar del equívoco, o sea, los niños y algunos pocos adultos.
Es un objeto queriendo ser un ser vivo, transformándose en personaje. Su papel es el de un ser vivo, pero limitado por la materia muerta que lo constituye. Es en esta contradicción en donde reside su encanto, en ese lugar donde entran en contacto la materia y el espíritu.
El lenguaje de las marionetas es sólo una sucesión de esquemas, de indicaciones sumarias, de esbozos. Es forzosamente simple, directo, y requiere del espectador una participación activa. El público niño tiene algo que reconstruir, fragmentos que juntar para completar lo que ve.
El niño y su absoluta “creencia” en lo que ve, permite a la escena ser un universo completo, un lugar en el que se cumple el suceso, donde ocurren cosas que le son propias y no copian ni se aproximan a lo que existe fuera de ella.
Para Kalkañal, trabajar para niños implicó una permanente búsqueda de ruptura de la convención, es teatro experimental en potencia cosa que nos sentimos muy identificados.
En esta propuesta se da más que en otras un fuerte vínculo entre lo escénico y lo plástico, en el trabajo de la imagen
El teatro como un disparador para quien lo hace y para quien lo ve. Planteando ambigüedades y soluciones irresolutas. No pretendemos un teatro de respuestas, queremos plasmar nuestras propias contradicciones y mostrar algo que la gente no quiere ver, lo inesperado. Eso que sobrevuela la escena, que es muy difícil de definir, es el elemento primordial del género teatral. Que el niño junto al adulto vean ahí lo que no pueden ver en otro lugar. Porque es en el escenario donde se concreta el fenómeno de la mirada, a partir del actor, su cuerpo y su muñeco.
Duda Paiva: «Para que el muñeco esté vivo, ha de estar pensando todo el tiempo. No puedes dejar de prestarle tu energía»